Es interesante cómo descubro que en la actualidad muchas personas se preocupan por sobresalir ante los ojos ajenos, sin importar lo que esto represente para sí mismos. Me explico: me he dado cuenta de cuánto se limitan algunas personas, simplemente por el qué dirán los demás.
Brillar ante la mirada de otros, se ha vuelto algo obsesivo, no digo que esté mal querer proyectar una determinada imagen, pero siempre y cuando ésta sea fiel reflejo de tu esencia.
Y es que no debemos avergonzarnos de los detalles que nos identifican, nuestra figura debe ser un elemento del cual nos sintamos orgullosos, lejos de ser perfectos, somos únicos, y eso nos da un valor inmenso como persona.
Otro detalle son nuestros actos, con los cuales tenemos posibilidades infinitas de brillar. Ante tanto accionar confuso, nuestra seguridad y decisiones conscientes nos harán sobresalir y evitar arrepentimientos que nos opaquen.
Finalmente, estoy seguro que uno de los elementos que más nos hace brillar, es nuestra actitud. Nadie está exento de momentos amargos, difíciles e inesperados, no podemos decidir lo que cada día nos depara, pero sí tendremos control absoluto de la actitud con la que lo enfrentamos. Acaso no nos encanta cuando nos topamos personas, que sin importar lo que les agobie tienen una sonrisa siempre en su rostro? No admiramos siempre aquellos que avanzan siempre cuesta arriba, pero con un entusiasmo y energía envidiable? Esas personas brillan, esas personas saben dar valor a lo que es realmente importante.
Brillar no debe ser el fin, sino la consecuencia de nuestros actos. La imagen que queramos proyectar la podemos decidir, y con honestidad procurar que con ella iluminemos a quienes nos rodean.
Una abrazo de oso.